"Cultura del Dar" en el mundo musulmàn

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Dos notas que aparecieron hoy en uno de los sitios de la “Oficina Para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas” (Nota 1 y Nota 2) nos permiten presentar un pantallazo del mundo de las ONGs de inspiración musulmana, los valores que las fundamentan y las sostienen, así como los desafíos que enfrentan en su proyección hacia el futuro. Cualquier parecido, con otras realidades que conocemos, es puramente intencional. 


Cada año los fieles musulmanes en todo el mundo invierten en obras de caridad algo como 200 mil millones de dólares, según las estimaciones más pesimistas, lo que corresponde a todo el dinero que se invierte anualmente en Ayuda Oficial al Desarrollo multiplicado por 15, es decir una cantidad de dinero cuya eficacia potencial es enorme. Pero, advierte Tariq Cheema, Presidente del Congreso Mundial de Filántropos Musulmanes, buena parte de esta ayuda se utiliza según criterios poco estratégicos y, por lo tanto, escasamente eficientes: “La riqueza está creciendo en el mundo musulmán, pero también la pobreza. ¿En qué nos hemos equivocado?” pregunta.

El Islam pide a cada fiel que cada año destine a la ayuda de pobres y necesitados una proporción fija de su riqueza personal, normalmente el 2,5%: se trata del azaque, tercero de los cinco pilares del Islam. Además de eso, alienta una limosna voluntaria, la sadaqah, que por ser libre a veces alcanza montos mucho mayores. Sin embargo, refiere el mismo Cheema, el cumplimiento de los rituales no es acompañado por una adecuada preocupación de cómo se gastará este dinero: “Falta el espíritu, donamos este dinero y luego nos olvidamos”. Y sólo una exigua parte de este dinero llega a financiar proyectos realmente sustentables. “Donamos porque queremos demonstrar de ser buenas personas, pero nuestras ayudas deberían ser más inteligentes y efectivas”.

Más allá de la simple paliación de las consecuencias de la pobreza, a lo largo de los siglos azaque y sadaqah han sido utilizadas para la construcción de ciudades e infraestructuras o para la provisión de servicios sociales; pero, en las últimas décadas se han invertido usualmente en asistir huérfanos y construir mezquitas, debido a un cierto estancamiento de las organizaciones musulmanas (causado por la colonización que han sufrido algunos países de mayoría musulmana o por la corrupción de ciertos gobiernos) y a la dificultad de adaptar las nobles tradiciones del Corán a las exigencias del mundo contemporáneo.

En controtendencia, entonces, durante los últimos años han surgido varias ONGs de inspiración musulmana que proponen de utilizar este río de dinero en actividades como la educación universitaria de chicos con escasos recursos, la financiación de microcréditos para actividades productivas, bancos que prestan dinero a tasas solidarias. Por lo que se relaciona a la financiación de actividades religiosas, hubo organizaciones que financiaron la capacitación de los imanes para que incluyeran en sus sermones temas de derechos humanos o conceptos útiles para responder a desastres naturales. En las notas referidas, hay un montón de ejemplos más.

Sameh Awad, director de una encubadora de empresas de Egipto, dijo: “Estamos intentando cambiar la cultura del dar (culture of giving) entre los donantes”, alentándolos a que se preocupen más por cómo se gasta el dinero que donan y para que vean si esa donación que ha hecho termina creando algún cambio duradero. Por ejemplo, siempre en Egipto, el Grand Mufti declaró públicamente en el 2007 que contribuir a la apertura de un hospital para la cura de niños con cáncer constituía una sadaqah legítima. Luego, este hospital efectivamente se construyó, financiado exclusivamente con donaciones, y ahora es el segundo más grande en el mundo para la cura del cáncer pediátrico.

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