VEJA ESTA NOTÍCIA EM PORTUGUÊS
“Conocí al Movimiento cuando tenía unos 20 años, durante la dictadura en Brasil. Cuando aprendí que sus miembros vivían en comunidad y ponían las cosas en común: para mí fue una iluminación. Desde allí pensé que era posible una transformación social.
La comprensión de Jesús Crucificado y Abandonado me tomó por dentro, fue una forma de entender mi ministerio, por eso sentía que no podía quedar en una parroquia cerrada. Viví durante un año en una Catedral, ese era el acuerdo con el Obispo, y luego me fui a la periferia trabajando en esta cuestión, donde me encuentro hasta el día de hoy. Mi fe provocó un cambio geográfico, en la comprensión de la Encarnación Social, para abrirse a eso.
Jesús Cricificado y Abandonado (JCyA) es un punto clave para América Latina y Caribe (ALyC ) dentro de estas cuestiones, que trae varias imágenes de él. Tenemos en las manos una gran posibilidad de dar respuesta a partir de esta comprensión, JCyA es un medio para dar un paso en la comprensión de esta realidad, ofreciendo una perspectiva de rescate del ser humano. En América Latina y Caribe las desigualdades son profundas y grandes, se convirtieron en culturales, nos acostumbramos a convivir con la injusticia social. Juan Pablo II dijo en su primer viaje a AL que le extrañaba ver un continente cristiano tan desigual.
Tocar el abandono es nuestra capacidad de entrar en esta relación de comunión con los más excluidos. Se puede hacer otra lectura de la DSI en la EEncarnación y en la relación para desencadenar procesos con y entre la gente. Es importante entonces inculturarnos en el mundo afro o en el mundo indígena, tan profundos; el camino antropológico de la Encarnación con estas herramientas nos ayudan e entender estas desigualdades y ver cómo trabajar con los desiguales. El discurso común acerca de la pobreza se enfoca mucho en el acceso a las oportunidades. No está del todo equivocado, pero es mucho más enriquecedor partir del pobre y de su realidad; no es que el pobre sólo tiene carencias; por lo contrario es alguien muy rico de conocimiento, de cambios. Cuando Chiara decía que en JCyA está todo el Paraíso con la Trinidad, por ejemplo, sólo con eso es posible hacer otra lectura de los documentos de la Iglesia.
La Iglesia es un Pueblo de Dios, un gran aporte para el continente, especialmente gracias a las comunidades de base, que hacen viva la Palabra en una mirada social. Los documentos de las Conferencias hablan del pobre, como un rostro del Crucificado que abre un camino a la Resurrección. El grito crea el diálogo. El vínculo con el pobre abre el dialogo. En la religiosidad popular JCyA está muy dentro del continente americano, así como María desolada. No nos olvidemos que a Maria la vemos en Guadalupe y Aparecida ya inculturizada. Para que Jesús se vuelva resucitado, sin embargo, es indispensable el elemento mariano, y nosotros somos Obra de María, que gracias a nuestra espiritualidad podemos hacer una nueva lectura del Magnificat.
¿Cómo podemos vivir eso en las grandes ciudades? Es muy interesante hacerlo en el vínculo centro-periferia, o en la relación empresa privada y pobres. Tenemos que construir este diálogo y comunicarnos a través del ecumenismo, dialogando con todos, con el mundo ateo dentro de las universidades, por ejemplo.
En estas nuevas lecturas, recuperando de nuevo la memoria de una Iglesia que debe estar en proceso continuo de conversión y misión. ¿Cuál puede ser la Voluntad de Dios para el continente? El bien común, para generar oportunidades a través de herramientas fundamentales como el trabajo en red (solos no vamos a ningún lugar), y generando el protagonismo del pobre, ayudándolos a ser autónomos en el ejercicio de su ciudadanía y promoviendo la justicia social.
Hay que criticar la apatía política, hay que tener compromiso con la humanización de la vida. La solidaridad nace cuando no me da vergüenza la carne del otro. Hay que tener compromiso con la justicia, ayudando la redistribución de los bienes. La Palabra es fuerza de emancipación y ayuda a recuperar la dignidad, siempre en la primacía del amor. El bien común es un derecho. Hay que fortalecer la sociedad civil con mecanismos de control y articulando global y local. Por último, acordémonos que Jesús Crucificado y Abandonado es un patrimonio del continente, no es para nosotros solamente.”