Sin dudas la pandemia de coronavirus ha dejado más expuesta la frágil realidad social. En poco tiempo, apenas comenzó la cuarentena en Argentina, muchas organizaciones comunitarias ya estaban organizando la entrega de canastas familiares e insumos sanitarios en los barrios más populares, y si recorremos las redes sociales, en varios países de América Latina podemos ver las mismas imágenes: fotos de cajas, alimentos y familias enteras que son acompañadas.
Este contacto cotidiano con la realidad de estas zonas permite tomar nota de inmediato que un alto porcentaje de familias viven del día a día, que su ingreso depende de la venta callejera, del trabajo que en lenguaje técnico se le llama “informal”. Esta gran fragilidad social ha dejado al descubierto una ausencia de políticas públicas notable, en toda la región. Mientras las soluciones públicas de base se hacen esperar, muchas organizaciones sociales, barriales en estos momentos son el actor que está codo a codo con las familias.
Es en esta tarea que encontramos a las organizaciones que hace más de 8 años acompañamos. Las 9 ONG’s que hacen parte del programa TANGO, gracias al apoyo de AMU Luxemburgo ($AR 2.000.000) han desplegado un programa de Emergencia para hacer llegar alimentos, insumos de salud entre otras actividades de capacitación para mejorar oportunidades laborales en grupos vulnerables (algunos ejemplos: Fundación Unisol, Centro Social Nuevos Horizontes, Fundación Lucia, Centro de día SILUVA).
Este acompañamiento no se ha expresado solo en hacer llegar insumos, sino también en el surgimiento de nuevos espacios para expresar esta cercanía en tiempos de distanciamiento. Ofrecer escucha a quienes en esta pandemia experimentan soledad, angustia, soledad es el objetivo de Aquí Estoy, una plataforma que cuenta con más de 4.000 voluntarios dispuestos a donar su tiempo para compartir la vida con otras personas a través de video llamadas, audio o chat. María Zinn, una de sus fundadoras nos contó que gracias a la cuarentena muchísimas personas se solidarizaron con la necesidad de brindar apoyo emocional a quienes estaban solos. En 24 horas se sumaron más de 2000 voluntarios a la plataforma, que desde hace dos meses que están brindando contención y escucha empática a todos aquellos que estén necesitando de este espacio.
Sin duda, estas soluciones son provisorias y se necesitan acciones de largo plazo, no obstante, no dejamos de ver en este tiempo de dolor compartido una gran oportunidad. Estamos más sensibles, más atentos a las necesidades de los demás. Y si estamos atentos, podemos aprovechar este tiempo para construir esos lazos de cercanía que pueden generar nuevas oportunidades.
Podemos vivir este tiempo, construyendo vínculos, no solo donando bienes materiales, sino a nosotros mismos, donando nuestro tiempo, escucha atenta en esa entrega. Que este compartir los bienes materiales, sea solo una la excusa, la oportunidad para acercarnos más, con respeto y con una mayor escucha; nos permite buscar juntos nuevas oportunidades para generar mayor autonomía. Que nuestro donar sea el trampolín para donarnos, para que compartir la vida se vuelva un estilo de vida. Solo esta cercanía puede generar un nuevo encuentro, en encuentro que permita derribar barreras sociales, difíciles sí, pero no imposibles de hacer caer.
En más de una ocasión hemos compartido el testimonio de personas que han experimentado esta escucha, este respeto, esta vida compartida, facilitando así, transitar caminos de autonomía, de reciprocidad, y en algún caso a su vez, hacer nacer espacios de nuevas oportunidades. Sabemos que en este tiempo de dificultad, también es tiempo de gran oportunidad, para que estas experiencias se pueden multiplicar, para multiplicar esos vínculos que transforman.
Virginia Osorio – Consultoría técnica y voluntariado internacional en MILONGA